El pasado mes de enero nos embarcamos en la lectura de Todos los cuentos de Cristina Fernández Cubas, una recopilación de los cinco libros de narrativa breve publicados por la autora antes de la aparición de su última incursión cuentística con La habitación de Nona.
Elegimos esta lectura por dos motivos fundamentalmente:
- Pertenecía a un género del que todavía no habíamos leído nada en el club: literatura fantástica
- El prestigio de la autora dentro del panorama actual narrativo tanto como cuentista -autora de relatos breves-, como por ser un exponente fundamental del género fantástico español contemporáneo.
Avisados estábamos de que esta lectura podía sacarnos de nuestra “zona de confort lectora”, y así fue. No fue lectura fácil para la mayoría. En general, para casi todos los componentes del Club de Lectura, Todos los cuentos nos dejó con un poso de desasosiego e inquietud acompañado de desazón. Las atmósferas creadas, la dificultad de encontrar explicación a los cuentos, los temas tratados, los elementos fantásticos, etc., contribuían a crear ese estado lector. Esto no gustó a algunos, pero sí, y mucho, a otros.
Los cuentos de la autora nos introducen en un mundo cotidiano, verosímil, poblado de unos personajes perfectamente creíbles, donde irrumpe lo fantástico. Lo fantástico, así, no está tanto en el tema o los temas tratados, sino en la trama y en la percepción, a menudo distorsionada o ambigua, que los personajes tienen de su realidad.
Hubo debate y opiniones encontradas, y eso nos gusta mucho en el grupo 😉
- Para unos su lectura fue como escuchar palabras bonitas, bien dichas, bien estructuradas en frases pulidas y evocadoras, pero sin contenido. Al final tenían la sensación de haberse quedado a medias y no sacar nada en claro, de no haber llegado a ningún clímax.
- Para otros, no fue necesario que lo cuentos les dieran conclusiones cerradas, sino que apreciaban precisamente ese ocultamiento de la verdad, esos finales ambiguos, en aras de mostrar la ruptura de los márgenes y certezas de lo considerado como real.
- Se comentó también que a algunos cuentos posiblemente le sobraban páginas, que quitando algunos de sus párrafos el resultado como relato hubiera sido el mismo. Y que más que relatos breves parecían novelas cortas.
- Para otros no sobraba nada, pues veían sentido a cada uno de los elementos aparecidos en los relatos a pesar de la dificultad que se podía tener en encontrar esa coherancia general.
- Algunos sentían que su lectura creaba una atmófera enfermiza (personajes esquizofrénicos, fuera de la realidad, traumatizados, situaciones fantásticas..) que nos les llegaba a entusiasmar. Se contrapuso a esta percepción, una lectura posible del cuento “Con Ágatha en Estambul” a modo de ejemplo, para dar otra visión y lectura diferente: liberadora, positiva. En este cuento es precisamente la “salida de la realidad” que provocan los elementos fantásticos, la “voz interior de la protagonista”, etc., quien la salva de una vida monótona y sin sentido al lado de una persona equivocada. Destruirse a uno mismo para encontrarse también lo vemos en el cuento “Helicón”, donde el doble juega un papel fundamental. La aparición del doble y de los espejos, de los gemelos y el sueño, son elementos que ayudan a los protagonistas a encontrarse o descubrirse.
Preguntados por el tema general de la obra, muchos respondieron: la muerte. Ahondamos un poco más en esto y concluimos que la muerte era uno de los temas que orbitaban sobre el tema central, pero que no era el tema central. El tema que gravita en todos los cuentos es la crisis del individuo posmoderno en busca de su identidad y de respuestas. Los subtemas: la muerte, los traumas infantiles, el tránsito a la vida adulta, el poder de los sueños, la imaginación, la soledad, la locura, la enfermedad mental, etc. Los personajes, por su parte, son seres fragmentados, líquidos -usando la terminología de Zygmunt Bauman-, sin identidad fija, inseguros ante una realidad que no logran interpretar y en la que dudan de cualquier cosa.
Concluimos esta breve reseña del encuentro con unas palabras de la propia Cristina Fernández Cubas, que pienso pueden complementar lo dicho hasta aquí: “Para mi, la llamada realidad está llena de agujeros negros y de situaciones inexplicables. Entre el blanco y el negro hay una línea de grises y claroscuros. Ahí me gusta moverme. Y ese es mi mundo…lleno de misterio; un mundo de claroscuros y donde las apariencias engañan y siempre hay algo detrás que no entendemos”
